Pensé

En todas las cosas que se me cruzaban, hasta pensé un poquito en nada. Sobre todo, porque la nada se me cruzó varias veces y he de admitir que fue un proceso interesante, aunque desesperante. La nada me sedujo, me hundió en su abrazo y poco a poco me fue soltando, y se marchó.

Ahora observo algos, toda clase de algos: pequeños y grandes, bonitos y feos, tranquilos e inquietos, divertidos y sosos... Soy feliz con mis algos, aunque evaden lo interesante de la nada.

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