No intentes avanzar si perdiste los engranajes. Mejor siéntate debajo del naranjo a esperar a que caigan las nuevas naranjas. Espera la primavera.
Mientras tanto, libérate de todos los trastos que recogiste pensando que te servirían, respira, toda esa mierda ya no te sirve.
Y si llueve, disfrútalo. Baila, canta, haz lo que te plazca. Y, cuando la primavera llegue, recoge esas nuevas naranjas, recomponte, levántate y vuelve a andar. Sin mirar atrás.

Que la cobardía no haga florecer tu dolor. Nunca.

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