Se pierden, se enredan, se aman y se ganan. Nunca pensamos que una sola parte de nuestro cuerpo pueda explicar todo; sin embargo, cada uno tiene las suyas.

Pero las manos...esa parte delatora que, junto a los ojos, deja escapar lo que el corazón más añora. Se mueven, se retuercen e incluso también lloran. La vida se ve distinta comprendiendo que las caricias no sólo pueden acompañarnos un instante, si no para siempre.

Quisiera cogerte la mano fuerte, muy fuerte, como podía y solía hacerlo antaño; quisiera que me dejases reconocerte y demostrarte lo mucho que te extraño, que comprendas que no soy todo daño.

La vida se me ha cambiado.

No hay comentarios: