Los cocodrilos también saben de interiores

Todos tenemos problemas, y los escondemos más o menos, pero no por ello dejan de estar ahí. Cuando menos te lo esperas, ¡ZAS! vienen y se te agarran entre las costillas y hasta que no han arrasado con todo, no se largan. Entonces llega la calma.

Lo único por lo que podríamos estar agradecidos es por tener unos brazos que nos acompañen en ese momento, junto a las voces que buscan nuestros oídos.

(y es que sólo los reales pasan del espejo)

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