¡Ánimo valiente!

-Vamos, Carla, vamos... Tú puedes decirlo- Llevaba repitiéndoselo más de dos horas, y aun no se sentía capaz de escupir ni media sílaba.

Anita la miraba con cara de curiosidad, preguntándose qué era aquello que tanto le costaba sacar. -¿Has inventado un juego nuevo e intentas ponerle reglas? Siempre son estresantes, por eso yo las dejo que salgan solas- y entonces le regaló una de sus dulces sonrisas con los ojos. De esas que te hacen pensar que el mundo gira muymuy rápido en sentido contrario, mezclando colores y sensaciones.

-Ojalá cielo; si únicamente fuera eso, habría ido corriendo a avisarte para que jugaras conmigo.
-¿Qué te pasa entonces Car?
Pensó durante un par de minutos.
-Verás... Ya sabes que me gusta hablar, hablar sin parar, hablar por los codos y nunca nunca callar; sin embargo, a veces tengo la necesidad de decir cosas que no soy capaz. Es como si la pelotita de papel que nos tiramos en clase se me quedara en el pecho atascada y se negara a deshacerse o salir, y se llena de las palabras que debería decir.
-Ve, di lo que tengas que decir aunque por medio escupas mil bolitas de papel. No te preocupes, cuando vuelvas, yo seguiré aquí- esta vez no sólo sonreía con los ojos-¡Ánimo valiente!

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