Yann Tiersen

Llegaron. Se buscaron. Se encontraron. Caminaron. Esperaron y esperaron hasta que al final apareció en el escenario, como si siempre hubiera estado allí.

La Jaguar sonaba terriblemente dulce y maravillosa. La música fluía mágica por toda la sala desde sus manos; sentía las notas. El violín se agarraba a nosotros con fuerza, encogiéndonos el corazón. Pero, sobre todo, echamos en falta el acordeón que fue substituido por un fantástico teclado. Realmente increíble, mágico.

-Muchas gracias- Y desapareció.

1 comentario:

Sabela Senn Lozoya dijo...

Este tío es un artista!